lunes, 30 de mayo de 2022

Denme todo esto en libras esterlinas

Un día como hoy, hace 5 años… me dice Facebook, y uno se tienta y empieza a meterse en las publicaciones que te sugiere y si encima te recuerda viajes, eso implica una distracción asegurada de lo que estabas haciendo por un buen rato. Y una foto me recordó aquella vez que le tuve que dar la razón a Guille (para las testarudas como yo, darle la razón al marido no es poca cosa). Casi todo listo para volver a Londres, a una ciudad que me intimida y me da seguridad al mismo tiempo, esa seguridad que te da un lugar conocido de alguna otra vida, que se yo, tal vez fui Ana Bolena (aunque ella creo que no tuvo oportunidad de contrariar mucho al esposo).

El tema es que llego a Londres y siento que la ciudad me conoce. Pero eso es tema para otro post, no viene al caso… lo importante es que tuve que decir con los ojos llorosos de rabia y orgullo pisoteado, “Guille tenías razón”. 
En los preparativos del viaje, el dinero, no es un tema menor, y si vas a estar en otro país, ver si llevas dólares, euros, o en este caso libras era tema de conversación entre mates. Guille me dice, llevemos dólares o euros y allá los cambiamos a libras. Me lo dijo, varias veces. 
Siendo sincera, yo quería tener billetes ingleses, con la reina y todo eso. Fui a una reconocida Casa de Cambio de Mar del Plata y allí, al pedido de “denme todo esto en libras esterlinas”, mi ahorro se convirtió en un montón de papeles con la foto de una Doña Isabel II, de unos 40 años con la coronita y todo, divina ella. 
Ya en la tierra del bonito Hugh Grant, en la caja para pagar mi compra en un Primark del barrio de Hackney, observo del otro lado del mostrador una mirada de pena, (se ve que se dio cuenta que fue sin intención de estafarla), y una joven cajera me dice que esos billetes ya no estaban en circulación hacía varios años. Yo había escuchado bien dijo “varios años” y no un par de semanitas! Menos mal que me defiendo con el inglés, porque la amorosa chica se apiadó de mi cara de “todos mis ahorros son papeles pintados” y me explicó cómo era el trámite para canjearlos en una Post Office. Aclaración: la oficina de correos tiene horario comercial y era fin de semana, What a problem!
Dos días sin saber si recuperaría la plata que llevaba para el viaje o si usaría los billetes para decorar la tapa de la notebook. Pero estaba en Londres, feliz de estar envuelta en la bruma nostálgica del Támesis, me arreglé con la tarjeta de crédito y me hice la lista mental de todo lo que haría a la vuelta en la Casa de Cambio que me canjeó los billetes viejos.
Moraleja de este pequeñísimo incidente: salvo que te quieras perder una mañana de tu paseo por Londres, haciendo trámites que no estaban en tu prolijo itinerario de museos, pubs, y callecitas de películas que viste mil veces, asesórate de cómo son los billetes en curso del país que vas a visitar, y si tenés dudas, mejor llévate billetes conocidos y cámbialos en destino. Y lo más importante, te vas a salvar de decirle a tu pareja ¡Tenías razón!

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