Visitar museos y galerías de arte parece ser, muchas veces, una escala obligatoria cuando planificamos un viaje, a pesar de que no nos interese ni una pepa el arte y no conozcamos el museo de nuestra propia ciudad. Y lo que podría ser un momento de placer se transforma en un maratón sin sentido.
Los museos suelen tener de medianas a grandes dimensiones, lo cual nos obliga a un cierto entrenamiento físico para poder sobrellevar el recorrido. pero también nos obliga a un cierto entrenamiento visual y no sólo para leer los cartelitos que indican los títulos y autores de las obras, sobre todo para quienes pasamos los 40. ¿Qué hacer? ¿Descartar la visita al museo? ¿Hacer un curso acelerado de historia del arte?
Cada uno debería sopesar si tiene interés en disfrutar/perder una tarde o, a veces, un día dentro de un museo. En la elección de una de esas dos palabras está la respuesta. Si optamos por perder todo es más sencillo: descartar la visita aun si cuando regresamos nuestros familiares y amigos nos dicen: ¿¿¿no fuiste al Louvre, al MOMA, a la National Gallery, al British Museum, etc. etc. etc.??? Ser capaces de responder sin disculparnos, sin argumentar: me fui por pocos días, cuando me di cuenta era el día en que estaba cerrado, la entrada era cara... Si luego de salir del museo sólo nos queda un gran cansancio, ¿por qué no expresar claramente que había otras cosas que nos resultaron más interesantes?
Si preferimos disfrutar, y siguiendo el razonamiento anterior ¿debemos hacer un curso acelerado de historia del arte? Mmmm.... Busquemos otras opciones: tomar la visita guiada (la mayoría de las veces autoguiada), elegir museos o galerías de dimensiones reducidas o, si se trata de los grandes museos, ir con una selección previa de obras y artistas para armar nuestro recorrido. Si hemos optado por disfrutar seguramente esto último no nos resultará tan complicado, tendremos períodos, obras y artistas preferidos o que nos generen alguna inquietud. Elijamos, entonces, nuestros 40 principales y saboreémoslos!