En el siglo XIX, más exactamente
en 1830 se promulgó la Ley
de la Cerveza
-con la intención de ‘reducir la ebriedad pública’- que permitía instalar casas para la venta de cerveza con menor cantidad de requisitos; podían
instalarse en casas particulares y tenían la limitación de no poder expender
otras bebidas alcohólicas. En ese tiempo se consideraba a la cerveza como
inofensiva, nutritiva y aun saludable. Los miedos a la ebriedad y al crimen relacionado
con ella crecieron en el siglo XIX,
particularmente en la clase media urbana. Las divisiones sociales también se reflejaron
en el espacio de los pubs. A pesar de
las críticas y el genuino interés respecto de la ebriedad, el pub tenía una función social vital para
muchos. Gran parte del agua estaba contaminada y la cerveza, al menos, era
relativamente sana. Los pubs también
servían comida y calentaban alimentos por una pequeña suma. Además tenían una
función social y un respiro para los pobres,
un refugio cálido y confortable comparado con los hogares de los
clientes.
En la atmósfera de convivencia
de un pub, amigos, colegas o extraños
mantenían conversaciones alrededor de una pinta de cerveza. No es sorprendente
que los pubs fueran también un lugar
de reunión para los grupos sociales y políticos. La revista satírica Punch fue fundada en un pub en Fleet Street, rebautizado The Punch
Tavern en honor de sus primeros clientes.
Si caminamos por cualquiera de
las principales calles de Londres veremos aun muchos pubs de la época victoriana. Las esquinas eran particularmente elegidas.
Es difícil imaginar cuántos pubs
había pero hacia la década de 1870 en St. James, en el centro de Westminster,
había un pub cada 116 personas. La
presión para reducir el número de licencias derivó en un clamor por los pubs. Los fabricantes de cerveza
negociaron con los jueces, acordando cerrar dos o tres pubs para ganar una licencia para un
nuevo pub, más grande o mejorado. En
las décadas de 1880 y 1890 tuvo lugar la explosión de los pubs. La mayoría de los del centro de Londres se construyeron, remodelaron o reconstruyeron en ese momento.
Se realizaron diseños tan
extravagantes que costaron el equivalente a un millón de libras actuales. Los
arquitectos tenían acceso a una gran cantidad de materiales, desde maderas
exóticas y gres hasta los más finos vidrios y cerámicas. Sólo unos pocos de
estos extraordinarios establecimientos han sobrevivido, ninguno íntegramente
intacto. The Red Lion, Duke of Cork Street, en St. James, The Argyll Arms cerca de Oxford Circus y
The Princess Louise, en Holborn, son ejemplos magníficos de la manufactura
artesanal de espejos y vidrios. Las paredes de The
Princess Louise están decoradas con soberbias cerámicas de color y
The Prince Alfred, en Maida Vale, tiene
un enorme ventanal de vidrio y elementos de fina ebanistería.
Durante el siglo XX las leyes referidas a las licencias se fueron
relajando progresivamente y los días y el horario de cierre variaban según los
distintos lugares geográficos. Desde 2005, los locales pueden avenirse a
licencias que les permiten permanecer abiertos y servir alcohol durante las 24
horas. Es decir que ya no se escucharía the
last call, el toque de la campana que anuncia el próximo cierre del pub y la última oportunidad de comprar
bebidas.
La cerveza es la principal bebida que se vende aunque se
ofrecen también otras bebidas espirituosas. Muchos pubs son controlados por cervecerías, por lo cual esta bebida tiene
mejor precio que los otros alcoholes. Se expiden en pintas y medias pintas y la
elección generalmente es entre lager
y bitter; muchos pubs
sirven también cerveza tirada, entre otras la Real
Ale , un tipo de
cerveza no filtrada, no pasteurizada que contiene levadura aún activa. Las
cervezas inglesas se sirven a temperatura ambiente. Como regla no hay servicio
a la mesa sino que se debe hacer el pedido (tanto de bebidas como de comidas)
en el mostrador y las propinas no son lo usual. En cuanto al ambiente, el empleo de maderas en su mobiliario y la inclusión de vidrio grabado en sus puertas y ventanas son el sello de la mayoría de los pubs. Pero cada uno tiene su individualidad y su clientela y sabor propios. En la ciudad de Londres hay infinidad y aquí destacamos sólo algunos de ellos.